El
de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota pareciera ser un mito
infinito. Los años transcurridos entre la disolución tácita del grupo y
nuestros días no ha hecho más que agigantar los pasillos de un laberinto
misterioso. Sería muy difícil encontrar todas las claves de este
fenómeno único dentro del rock argentino, pero al menos es posible dar
con algunas de ellas, como siempre lo fueron las letras de Carlos
Solari, un poeta singular dentro de la música popular local. La pluma
del "Indio", de hecho, ha sido una de las que más curiosidad han
despertado entre diferentes clases de pensadores, un extraño privilegio
al que podrían acceder artistas como Luis Alberto Spinetta o Atahualpa
Yupanqui.
El histórico rechazo de Solari por las definiciones
lineales de sus letras (¿de qué habla esa canción?) no impidió que
algunos críticos o seguidores de su anterior agrupación pusieran manos a
la obra, aunque con enfoques variados. Un repaso por estos intentos
arroja las interpretaciones libres de Alejandro Rozitchner para su libro
Escuchá qué tema (Editorial Planeta, 2003); la inclusión de algunas letras de Los Redondos en Antología PoetasRock (La
Marca, 2003), cuya selección estuvo a cargo del periodista y escritor
Gustavo Álvarez Nuñez; o, más recientemente, la lectura que el poeta
Martín Gambarrota realizó sobre el disco Gulp! (1985) para 10 discos del rock nacional presentados por 10 escritores (Paidós, 2013).
La última incorporación a esa biblioteca redonda es Filosofía ricotera. Tics de la revolución (Del
Nuevo Extremo), un ambicioso ensayo de Pablo Cillo, en el que intenta
establecer una suerte de filosofía autónoma al tomar como materia de
estudio las letras de la banda. "A partir del discurso poético ricotero
podemos derivar una Filosofía en tanto visión de mundo coherente,
organizada en torno a los problemas [...] que nuestra tradición cultural
generalmente asigna a dicho campo epistemológico", se lee en una de las
primeras páginas.
Superlógico
Cillo, Profesor de Filosofía por la UBA, cuenta que haber descubierto Luzbelito
en su adolescencia fue decisivo no sólo para realizar este trabajo,
sino para su posterior formación humanística. "Fue como un talismán que
se apoderó de mí", dice a propósito de ese álbum, al que luego le
seguiría el resto de la discografía ricotera, al mismo tiempo que
cursaba la carrera universitaria. "Hace tiempo que tenía la idea de este
libro. Recuerdo que una vez, en los pasillos de la facultad, se lo
comenté a Mario Presas, un profesor muy respetado que utilizaba la
poesía para relacionarla con conceptos filosóficos. Era un hombre sabio y
calmo, pero cuando le hice el planteo se transformó y me dijo que
estaba loco, como si hubiese nombrado al mismo demonio. Pero se sabe que
al hombre, cuando le prohíben algo, le da más ganas de hacerlo",
reconoce.
"A pesar de no conseguir un profesor que me avale, me
puse a hacer un análisis serio, profundo, de las letras de los
Redondos", continúa. "Un análisis filosófico que muestre que debajo de
las letras, a través de todos los discos, hay una filosofía, una postura
coherente frente a todos los grandes problemas de la disciplina. Y hay
una postura autoconsciente de esas problemáticas, no son letras al
azar".
El autor sostiene que para la comprensión de este trabajo
no es necesaria una formación fuerte en filosofía, sino cierta
disciplina de lectura y también una cuota de curiosidad. "A un
adolescente que disfruta de Los Redondos probablemente se le presente
como un desafío, pero también es una invitación a nuevas lecturas, para
animarse a bucear en los conceptos vertidos dentro el libro.
Personalmente, considero que algo deja de ser complicado cuando te da
placer".
Frente a este trabajo, un asunto clave pasa por
preguntarse qué clase de filosofía plantean las letras de Solari, si
responden a alguna escuela o tradición en particular, o si presenta
algún acercamiento a las teorías de otros filósofos en relación con
determinadas temáticas, como la libertad o la esencia del ser humano.
Para Cillo, se trata de un "discurso monista" porque no parte de la
visión de un mundo escindido, dividido en dos.
Luego completa: "En
sus canciones, lo alto y lo bajo, lo bueno y lo malo, Dios y el diablo,
están mezclados en nuestro mundo. No se fragmenta la realidad entre lo
que debe ser y lo que es. Por otro lado, hay una fuerte impronta
nihilista, pero no pesimista. No está presente el tópico de la queja o
el lamento, como en el tango, que es un nihilismo pasivo frente a una
realidad angustiante y decadente. En Los Redondos hay un nihilismo
creativo, afirmativo: el mundo se vino abajo, pero todavía queda la
potencia del deseo del ser humano para transformar la realidad con su
trabajo intelectual".
Redondos y cuadrados
Un
seguidor atento de Patricio Rey sabrá que existe otro libro que se
encarga de estudiar las letras del "Indio" Solari, pero lo hace en un
registro paródico. Se trata de La cuadratura de la redondez
(Interzona, 2011), de Ariel Magnus, una ficción redactada como un ensayo
académico. Escrito en un tono deliciosamente irónico, recrea el trabajo
realizado por un filólogo cordobés de nombre Atila Schwarzman, que
habría perdido la cordura en su intento por comprender las letras de Los
Redondos. El libro entonces recupera esas extrañas anotaciones, que
posteriormente fueron intervenidas por otros académicos con similar
grado de locura.
En su momento, Magnus le comentaba a VOS
que ese trabajo surgió inicialmente como "una sátira sobre la
interpretación académica", aunque también destacaba que el libro
"funciona paradójicamente como un homenaje a la interpretación, pero a
la libre, la imaginativa, que se acerca más a la inspiración que a otra
cosa".
Consultado por esta obra previa, Cillo comenta que leyó el
libro de Magnus, pero aprovecha para desmarcarse de esa zona
interpretativa. "Yo me tomé las letras con mayor rigor científico, que
es justamente lo que en ese texto se critica: la seriedad del analista.
Pienso que el mejor modo de homenajear al resto de las interpretaciones
es ofrecer una que quizás pueda servir de marco en donde todas las demás
puedan convivir", plantea el autor, que también destaca que no se
considera un fanático de Solari, sino alguien que disfruta de su música y
sus letras, cuyo contenido muchas veces "toca temas universales, que
uno podría encontrar en libros clásicos, como la Biblia".
Cillo
cuenta que existe la posibilidad de que este libro llegue a manos del
"Indio", a través de algunas gestiones entre la editorial y Julio Sáez,
mánager del artista. "Ya tengo una idea de qué es lo que puede llegar a
pensar él sobre este libro, pero prefiero no adelantarme", concluye y
deja abierta la incógnita.